En el mundo de los gatos hay una afirmación que no se puede pasar por alto. Y es el hecho de que muchas razas poseen características en común. Tanas que incluso pueden llegar a confundirse entre ellas. Es el caso del gato birmano, también conocido como sagrado de Birmania. Y es que este felino no es muy conocido, pero posee características que recuerdan poderosamente al gato siamés y al gato persa. De ahí que muchas veces, al ver un ejemplar que parece de otra raza estás en presencia de un gato sagrado de Birmania en realidad.
El origen de esta raza felina se encuentra en el país que conforma parte de su nombre, en Birmania. Aunque son varios los relatos que se cuentan acerca de cómo llegaron a Europa. Uno de esos relatos cuenta que una gata nacida en este país llegó a Estados Unidos en un viaje en barco alrededor de 1920, y allí fue entregada a un criador de siameses por un marinero, quien la introduciría en su programa para conseguir las características de ambas razas.
Otra versión del relato asegura que fue un sacerdote del templo de Lao Tsun quien obsequió al general Gordon Russel con una pareja de gatos de Birmania en agradecimiento por haberle salvado la vida y por salvar su templo. Y posteriormente estos animales serían trasladados a Francia hacia 1920.
Más allá de la fidelidad del relato, lo cierto es que los primaros gatos sagrados de Birmania como tal, llegaron a Francia a principios del siglo XX. Lugar donde se desarrollaron gracias al interés de los franceses por conservar la pureza genética de la raza. Las primeras mezclas de estos gatos se realizaron con gatos persas y gatos himalayos, llegando poco a poco a parecerse a la raza tal como la conocemos en la actualidad.
A pesar de toda esa historia, el gato birmano todavía tardaría en ser reconocido como una raza propia. En concreto hasta 1957, cuando la CFA hizo su reconocimiento oficial. Más adelante, en 1966 y 1967, sería también reconocida en Gran Bretaña y en Estados Unidos respectivamente. Aunque comenzaron a participar en concursos de belleza un par de años antes.
A partir de entonces, la popularidad del gato de Birmania creció, y se empezó a expandir por otros países. Hoy en día puede decirse que esta es una de las razas más numerosas que se pueden encontrar como animal de compañía. Aunque hay un alto porcentaje de personas que sigue confundiendo su raza con el siamés con el propio persa, al que debe parte de su historia.
El gato sagrado de Birmania posee características que no destacan ni por su tamaño ni por la longitud de su pelaje, características que poseen otras muchas razas felinas. Sí destaca por el hecho de ser un animal fuerte y robusto, con patas destinadas al ejercicio a pesar de que no es una de las razas más activas. Puede pesar entre 3 y 6 kilogramos, lo que es otro indicativo de que se trata de un gato de tamaño medio. Su cabeza es redondeada y en ella llaman la atención unos ojos grandes y almendrados, que siempre mantienen un color azul muy intenso y profundo.
Su pelaje es más bien largo, aunque no alcanza la longitud de otras razas. Es denso y sedoso al tacto, y cuenta con una capa interna y otra externa. Las tonalidades de este gato son muy especiales y únicas entre todas las razas, y eso es quizá lo más destacable de la raza. En la espalda el color es dorado, y en las patas, cola, orejas y cara la tonalidad es chocolate. Sin embargo, el extremo de sus patitas se mantiene en un color blanco puro que adquiere forma de guante y que destaca en el resto del cuerpo. Una característica que se repite en todos los ejemplares de esta raza.
El sagrado de Birmania es un gato muy tranquilo y cariñoso, que sabe comportarse en cualquier situación. La educación más básica sirve para que estos animales sean adultos equilibrados y juguetones. Se llevan muy bien tanto con personas de todas las edades como con otros animales. Pero también se vuelven dependientes de las personas con facilidad. Lo que significa que no llevan bien el hecho de pasar demasiadas horas en soledad.
Su inteligencia también es algo a tener en cuenta, porque es capaz de aprender órdenes y trucos con pocas sesiones de entrenamiento. Además de ser animales dóciles que rara vez se muestran agresivos o tienen reacciones adversas. Si duda alguna, por su tipo de temperamento y su equilibrio, se trata de una raza perfecta para familias que busquen un compañero de caricias y juegos al que atender.
En términos generales, esta raza no presenta apenas problemas de salud. Pero sí hay algunas enfermedades que pueden tener una mayor incidencia en esta que en otras razas. El glaucoma, el síndrome de hiperestesia felina o los cálculos de oxalato de calcio son algunas de las afecciones comunes de la raza sagrado de Birmania. De ahí que siempre sea tan importante visitar al veterinario de forma preventiva y mantener al día las vacunas y desparasitaciones del animal.
En cuanto a los cuidados del sagrado de Birmania, como ya hemos visto son realmente sencillos. No requiere un esfuerzo máximo para tener una buena educación y un buen carácter, aunque sí es importante prestarle la atención necesaria. Al igual que tratar de socializarlo correctamente desde cachorro.
En cuanto a su higiene y alimentación, lo más importante es cepillarle de forma frecuente para evitar que quede mucho pelo muerto sobre el cuerpo del animal. Ese pelo muerto puede acabar en el aparato digestivo del gato como parte de su propio acicalamiento, lo que es muy peligroso por la formación de bolas de pelo. Aparte de eso, un baño cada dos meses será más que suficiente para mantener su pelaje y su salud en perfecto estado. Y por supuesto no olvidar nunca ofrecerle una alimentación de calidad, tanto seca como húmeda, para que reciba toda la energía y vitalidad que necesita.
Existe una leyenda acerca del origen de las características físicas de los gatos de Birmania. Una leyenda que da comienzo en Khmer, donde se levantó el templo de Lao Tsun para adorar a la diosa Tsun-Kyan-Kse, de quien se decía que tenía los ojos de zafiro. En el templo residia el sacerdote Mun-Ha con su gato Sinh, y juntos veneraban a la diosa y pasaban largos momentos tendidos frente a ella. Hasta que el cruel destino quiso que unos ladrones asaltaran el templo y asesinaran a Mun-Ha. Entonces Sinh se posó en el cuerpo del sacerdote y miró a la diosa, tornándose el pelo de su cuerpo en un color dorado, a excepción de algunos detalles que adquirieron el color marrón de la tierra. En ese proceso de cambio, sus ojos se volvieron azul zafiro, pero las patas quedaron inmaculadas, dibujadas en blanco puro que simbolizaba la pureza de su maestro. Estas características se extendieron al resto de gatos del templo al día siguiente. Y Sinh murió pocos días después para llevar el alma de Mun-Ha hasta el Paraíso.
Si quieres compartir tu vida con un ejemplar de esta raza, es el momento de que empieces a buscar criaderos de sagrados de Birmania especializados en la raza y profesionales. Ten en cuenta que muchos gatos de los que se venden en tiendas o entre particulares proceden de la cría indiscriminada, lo que implica un animal sin garantías de raza ni salud, y un trato terrible para sus progenitores. No obstante, existen cada vez más criadores responsables que podrán ofrecerte todas las garantías que necesites, así que solo tienes que encontrar el más cercano a ti.
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