Diferenciar a una raza de gato de otra por sus características físicas no siempre resulta sencillo. Sobre todo, cuando varias razas comparten algunas de esas características. Eso es lo que ocurre con el gato balinés, una raza a menudo confundida con el gato siamés por su parecido estético. Aunque la realidad es que se trata de dos razas muy distintas con sus propias características tanto físicas como en lo que al temperamento se refiere.
Una de las razones de que esta raza y la raza de gato siamés sean confundidas, es que su origen está relacionado. Y es que la historia del gato balinés comienza a partir del cruce entre gatos siameses y gatos de otras razas de pelo largo. Lo que se buscaba por aquel entonces era mantener la imagen y la belleza del gato siamés, pero con un manto mucho más largo y suave.
En concreto, su origen se encuentra en los Estados Unidos, en plenos años 40. Se desconoce quién fue el primer criador o persona particular que comenzó a cruzar gatos siameses con razas de pelo largo, pero sí es de dominio popular que alguna de estas razas fue el gato angora. También hay quien asegura que la aparición de estos gatos ocurrió por una mutación natural de los gatos siameses, pero esta versión es mucho menos probable.
Muchos criadores del gato siamés mostraron su rechazo a esta nueva raza, e incluso opusieron resistencia al desarrollo de la misma. Sin embargo, algunas criadoras como Helen Smith y Sylvia Holland se dedicaron a trabajar en ella y a fijar las características que resultaban más interesantes. También fue la propia Helen quien otorgó a la raza su nombre actual. El nombre de gato balinés proviene del movimiento de estos animales, a quienes comparaba con los bailarines balineses, pero no quiere decir que la raza se desarrollara en Bali ni que tenga relación alguna con este lugar.
Poco a poco, los gatos balineses comenzaron a captar la atención de criadores y personas de todas las partes del mundo. Y, a pesar que la oposición de los criadores de gatos siameses, quienes únicamente aportaban ejemplares de baja calidad para los cruces, el gato balinés encontró su hueco y se fue refinando poco a poco.
Fue en los años 60 cuando se reconoció la raza como tal en Estados Unidos, pero todavía tardaría algunos años en redactarse el estándar para otros lugares. Concretamente, pasarían 20 años más hasta que también se reconoció en Europa.
Hoy en día, es fácil encontrar ejemplares de gato balinés en todas partes del mundo, al igual que criadores especializados en la raza. Aun así, no es una de las razas más expandidas ni deseadas como animal de compañía, y eso es porque todavía resulta bastante desconocida y porque se sigue confundiendo con el gato siamés o incluso con el gato himalayo. Por suerte, existen bastantes ejemplares como para que la continuidad de la raza esté más que garantizada, y con todo pronóstico seguirá aumentando con el paso de los años.
El gato balinés es un animal de tamaño mediano en comparación con otras razas felinas domésticas. Posee una gran belleza y una figura estilizada que se deja ver cuando el gato está en movimiento y también en reposo. Al tener un cuerpo más bien alargado, puede parecer delgado en determinadas posturas, pero lo cierto es que se trata de un animal fuerte y muy ágil, capacitado para el ejercicio intenso y durante buena parte del día.
De todo su cuerpo, lo que más recuerda al gato siamés es la forma de su cabeza, triangular y fina hacia el hocico, y el color de su manto. Destacan en su cabeza una orejar grandes y erguidas, una nariz oscura y amplia, y ojos almendrados y grandes de un profundo color azul intenso. Sus patas y su cola son también alargadas, en perfectas proporciones con el resto del cuerpo.
El pelaje es largo, suave y sedoso. Pero también está pegado al cuerpo, por lo que no es tan esponjoso como ocurre con otras razas. El color más habitual es el crema en el cuerpo y el marrón oscuro o café en la cola, en los pies o en la máscara de la cara. Aunque también se pueden encontrar otros muchos colores de base, como el blanco, el chocolate o el azul, y todos los que se permiten en el gato siamés.
Dentro del temperamento del gato balinés destaca que se trata de un animal que muestra una extrema fidelidad a su amo, escogido directamente por él. Esto significa que puede llegar a omitir a otros miembros de su familia, pero siempre estará pendiente de la persona que elija, hasta el punto de buscar constantemente su atención y sus caricias.
En términos generales, el gato balinés es muy cariñoso, sociable y dulce, y tiende a mostrarse muy agradecido con las personas que lo cuidan y le dan de comer. De ahí que la mejor estrategia para ganarse su afecto, es ofrecerle atenciones, cariño y cuidados en la máxima medida posible.
Por otro lado, también es muy activo y juguetón, y necesita realizar todo el ejercicio posible al día. Por eso suele llevarse bien con los niños, porque a menudo se convierten en compañeros de juegos a los que perseguir y llamar la atención. Es una raza felina que se convierte fácilmente en el centro de atención de la familia y que no pasa desapercibido si puede evitarlo.
Buscará por todos los medios que la familia se fije en él, por lo que también es un gato bastante hablador, con un maullido que no molesta pero que puede hacerse muy repetitivo e insistente hasta que logra su objetivo. Si prefieres un gato más silencioso, entonces esta no es tu raza.
En cuanto a la convivencia con otros animales, hay que tener claro que es posible pero no sencilla. El temperamento del gato balinés es fuerte y dominante, y puede pelearse con las demás mascotas por las atenciones de los humanos. Con una buena socialización desde cachorro, esto se puede evitar, pero habrá que trabajar duramente con él.
El gato balinés no es especialmente propenso a sufrir enfermedades. No obstante, hay que tener en cuenta que puede padecer estrabismo, algo común también en los gatos siameses. Se trata de una alteración del nervio óptico que produce movimientos rápidos del ojo hacia delante y hacia atrás, pero no supone un peligro para su salud más allá de la estética.
Cuidar a un gato balinés es bastante sencillo. Mantener unos hábitos de vida saludables para el animal es más que suficiente para conseguir que se mantenga sano, entre los que se incluyen las visitas habituales al veterinario, las vacunas anuales necesarias, y también las desparasitaciones internas y externas.
Como la mayoría de los gatos, los balineses son muy limpios, por lo que no será necesario un mantenimiento excepcional del animal para que su manto se vea limpio y brillante. Al tratarse de una raza de pelo largo, sí se recomienda el cepillado frecuente, al menos un par de veces a la semana, lo que también se puede acompañar con baños completos cada dos meses.
Cabe destacar también la alimentación del gato balinés. Este animal come mucho, como la mayoría de gatos, y puede tener tendencia a engordar si no se vigila su dieta. La alimentación de base debería ser seca, añadiendo puntualmente comida húmeda, y todo en la cantidad adecuada y en varias tomas al día. De esta manera, el gato estará perfectamente cuidado tanto en su interior como en su exterior.
Finalmente, hay que tener en cuenta las necesidades de ejercicio de la raza y también su educación. Las necesidades de cada gato son diferentes, pero en términos generales se trata de una raza que requiere ejercicio en gran cantidad y a diario, y una educación no demasiado estricta pero sí frecuente. Con esas pautas, tu gato balinés será feliz y equilibrado, y disfrutaréis de la mejor relación entre ambos.
Si quieres poner un ejemplar de gato balinés en tu vida, el primer paso es encontrar criadores profesionales que se especialicen en esta raza. No olvides que el parecido de este animal con otras razas es muy elevado, por lo que solo debes fiarte de criadores con buenas referencias que puedan ofrecerte todas las garantías de procedencia de tu cachorro.
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