En los primeros puestos de animales de compañía del mundo, se sitúa sin duda el gato. Este mamífero carnívoro de la familia felidae, inició su convivencia con los seres humanos hace más de 9000 años. La selección natural, y también la artificial realizada por la mano del hombre, es lo que a lo largo de los años hizo que los primeros gatos se modificaran hasta obtener las diferentes razas que conocemos en la actualidad.
Existen docenas de razas, con características muy variadas y especiales, como la ausencia de pelo o una cola anormalmente corta, pero todas tiene en común el instinto de caza, la inteligencia y la agilidad. Todos ellos mantienen un mismo modo de comunicación, a través del reconocible maullido, aunque también son capaces de emitir gemidos, gruñidos y otras vocalizaciones, y poseen un lenguaje corporal único y muy variado.
El gato actual parte de los gatos salvajes de Oriente Medio y de otras subespecies de Felis silvestris. Comparten material genético con el gato salvaje africano, y con otros como el gato montés europeo. Tienen la habilidad de conseguir una hibridación casi perfecta con diversas subespecies felinas, una de las razones por las que en la actualidad pueden encontrarse tantas razas de gato domésticas como salvajes.
A diferencia del perro, la historia de la domesticación del gato es más bien reciente. Por este motivo, todavía es muy común y habitual encontrar colonias de gatos silvestres donde no existe la mano del ser humano. No obstante, es sabido que ya las civilizaciones antiguas tenían en gran estima a estos animales, incluso los veneraban como seres divinos, como en el caso de la civilización egipcia. También la japonesa, china y escandinava tenían presente al gato como parte de su mitología y leyendas.
Los gatos comenzaron a domesticarse para cumplir una función en lo referente a los seres humanos. Se conocían y valoraban sus cualidades como cazadores y sus instintos, por lo que en un primer momento se utilizaron como limpiadores de roedores en viviendas y en espacios comerciales. Con el tiempo, comenzaron también a valorarse como animales de compañía, algo que fue hace relativamente poco tiempo. Esta es una de las causas de que, en la actualidad, los gatos todavía sean animales muy independientes con una relación no tan estrecha con las personas.
Genéticamente, fueron los propios gatos los que se acostumbraron a la presencia de las personas, y los que se fueron adaptando a ellos para obtener recompensas de comida. El proceso resultó mucho más natural que en el caso de los perros, pero también ha hecho que esa domesticación sea mucho más leve, de ahí que los gatos tengan esa fama de mantener comportamientos salvajes.
Aunque todos los gatos parten de un origen común, a lo largo de los años fueron definiendo diferentes características físicas. Poco a poco se han ido reconociendo estas diferentes razas, que se clasifican ahora principalmente en base a la longitud de su pelaje. A pesar de esta diversidad de tipologías, sus diferencias morfológicas siguen siendo bastante similares, no muestran tantas diferencias físicas como en el caso de los perros.
Actualmente, existen más de 50 razas reconocidas de gatos, pero se van definiendo y surgiendo nuevas, por lo que el número no está cerrado. Resulta complicado en muchos casos llegar a reconocer una raza, puesto que el trabajo de selección a veces es insuficiente. No obstante, cada vez son más las razas valoradas y reconocidas por los clubes felinos, con ejemplares de gran belleza y características que destacan sobre todos los demás.
Según sus características, las razas de gatos se clasifican en diferentes tipos, teniendo en cuenta por un lado su tamaño y, por otro, su cantidad y longitud de pelo. En base a su tamaño, existen:
Por otro lado, según su pelaje y otras características, se clasifican en:
Encuentra aquí información sobre las diferentes razas de gatos que existen, además de sus características y comportamiento.