Los agapornis taranta -también conocidos como abisinio– fueron descubiertos en el área de Etiopía en los primeros años del siglo XIX. Este descubrimiento lo logró Sir Henry Stanley en montañas de una altitud que alcanzaban los 2.000 metros, por lo que se le presupone gran capacidad de resistencia al frío.
Se trata de una de las aves más desconocidas, por lo que se importan a niveles más bajos que en el resto de su especie. La poca información que existe acerca de él ha hecho que su país de origen haya prohibido sus exportaciones con el fin de evitar su extinción a causa de cuidados incorrectos.
Sus dimensiones se encuentran en el nivel medio de su especie, alcanzando los 17 cm contando desde el pico hasta la cola, con un peso de aproximadamente 75 gramos. Su esperanza de vida puede alcanzar los 15 años.
Su plumaje presenta un tono verde intenso, con la particularidad de una frente y un pico rojo. Las infracoberteras de las alas y las plumas remeras, en cambio, son de color negro. Además, no cuenta con anillo ocular blanco.
Las plumas de los agapornis taranta son muy suaves al tacto cuando se les acaricia, por lo que sus dueños se decantan por esta especie.
Se trata de las pocas especies de agapornis que presentan dimorfismo sexual; así, se puede diferenciar un macho de una hembra porque esta no presenta el color rojo en las bridas y la zona de la cara que sí se puede observar en el caso del género masculino.
Aunque pueden presentar similitudes con los agapornis pullarius, tienen ciertos rasgos diferenciadores, tales como que estos presentan el pico naranja marfil, el color rojo se extiende a las mejillas, las alas verdes y una cola de tres colores.
Los agapornis taranta pueden llegar a tener confianza con el ser humano con el paso del tiempo, además de tener una actitud de convivencia con otros ejemplares de su especie.
Otro de los puntos importantes es que es una de las especies de agapornis más ruidosas en sus cantos, aunque bien es cierto que cuentan con un carácter dócil y tranquilo que le une al resto de su raza.
Cuando hayan cogido confianza con el ser humano, será momento de que le saques de la jaula para que vuele a lo largo de la casa y así ejercite sus alas.
Si lo importas del extranjero, debes tener en cuenta que son aves propensas a contraer infecciones, por lo que tienes que complementar el agua con vitamina C.
Es muy recomendable que los adquieras en pareja, ya que conviven a la perfección, siendo una jaula para agapornis taranta de 2x1x2 metros la mejor opción para acogerles. En ella, puedes incorporar distintos juguetes o cajas nido que actúen como refugio, así como ramas de frutas para que se entretengan con ellas.
En cuanto a su alimentación, los especialistas en esta especie apuntan a las semillas de mijo, semillas de girasol y cáñamo como aporte principal, añadiendo mijo de rama y brotes de hierba.
Además, también tienen que disponer de fruta, verdura y hortaliza que les aportará los nutrientes necesarios para su correcta subsistencia.
Mascotas
Entradas recientes