Los agapornis Roseicollis -también conocido como inseparable de Namibia o agapornis cara de melocotón– son una variedad de esta familia muy conocida por los amantes de los pájaros domésticos.
Originario del suroeste de África, de la región que le da nombre más concretamente, no hay información exacta sobre una fecha aproximada de su aparición como especie de agapornis. Por ello, se trata de un ave aclimatado a los ambientes cálidos, por lo que es la mejor elección si vives en zonas que acostumbren a experimentar temperaturas relativamente altas. Si vives en regiones más frías, deberás proporcionarle un espacio resguardado.
El inseparable de Namibia es una especie suele rondar los 15 cm de altura, con un peso aproximado de unos 50 gramos, por lo que no es de las variedades que mayores dimensiones presentan.
Su color general de plumaje suele ser un tono verdoso, con la cabeza de un color rosa salmón, aunque también se pueden encontrar en otras tonalidades.
Si quieres saber si es macho o hembra, esta presenta una cabeza mayor y unos tonos en sus plumas más pálidos.
También destacan por la fortaleza de sus alas, las cuales las ejercitan en su jaula, así como en el resto de la casa cuando ya ha adquirido confianza y puede salir a ejercitarse durante un rato.
El comportamiento del agapornis Roseicollis es alegre y sociable, aportando una cercanía con otros agapornis y con su dueño. También resaltan dentro de su familia por ser una de las especies que más se dejan tocar.
No obstante, las hembras son muy territoriales, por lo que conviene que si le vas a ofrecer un acompañante, le mantengas con distancia en un principio con esa nueva compañía.
Su canto es intenso y constante, muestra de la actividad que les caracteriza como especie dentro de la familia de estas aves domésticas.
Si no tienen una pareja de su especie, pueden mezclarse con otras como fischeri, personata o lilianae.
Los cuidados del agapornis Roseicollis son muy similares a los de otras aves domésticas, aunque con alguna peculiaridad relacionada con un aspecto anteriormente mencionado, la temperatura.
Al ser un agapornis acostumbrado al calor, lo mejor es que sitúes su jaula en un ambiente cálido, que garantice una temperatura que oscila entre los 20 y los 25 grados. En este sentido, se recomienda también que le ofrezcas una caja a modo de nido o refugio para cuando acuse demasiado el frio.
No obstante, no debes confundir ambiente cálido con exponerlo al sol; todo lo contrario, con que pase dos horas con luz solar directa es suficiente.
Respecto a lo que comen los agapornis roseicollis, hay que decir que, principalmente, semillas y pipas. Además de esto, tendrás que aportarles piezas de frutas o cereales.
También recomendamos que le ofrezcas algún snack que le sirva como estímulo para adiestrarlo y que adquiera hábitos que pretendas para tu mascota.
Las jaulas para agapornis roseicollis en cautividad deben ser espaciosas, de manera proporcionada al tamaño de tu mascota, así como al número de ejemplares que habitarán en ella.
En las jaulas grandes para agapornis puedes poner cajas-nidos que les sirva como refugio; en este sentido, tendrás que colocarlas a la misma altura, puesto que, por su carácter, lucharán por la más alta, pudiendo causar lesiones a algún compañero.
Cuanto mayor espacio dispongan, será mucho mejor para su subsistencia en los momentos en los que no estés en casa.
Como sucede en otras especies de esta familia, existen diversas mutaciones de agapornis roseicollis.
El agapornis roseicollis azul o violeta, el agapornis roseicollis lutino, el agapornis roseicollis aqua, el agapornis roseicollis turquesa o el catumbella son algunos de los ejemplos de mutaciones de esta especie, presentando distintos colores debido a los cruces que se dan entre los progenitores de distintas variedades.
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